En Puerto Cultural Libertad (Las Piedras 1.850) hoy y mañana se desarrollará el Festival Tucumán Danza, que abrirá con la presentación esta noche, a las 20, de “Teoría de mi cuerpo enamorado”, la propuesta de la Compañía Vórtice con la dirección de Luciano Cejas.
El disparador de esta obra de danza contemporánea fue preguntarse qué nuevas formas de vinculación nos permitimos desarrollar. Indaga a través de los sentidos del olfato, visión y tacto con la exploración del espacio, la dinámica y la resonancia del cuerpo en una dramaturgia física construida por cada intérprete en sus planos sensibles.
“Cuando pones en tu boca el título de esta pieza, inmediatamente se vuelve tuya. Eso expresa lo que siento sobre la obra, ya que no pretende contar una historia: nos lleva a reflexionar, desde la sensibilidad del movimiento y la danza, qué nos produce amar, sus sensaciones y ‘síntomas’ tomando como punto de partida el recorrido que la huella deja en nuestros cuerpos y qué transformaciones nos hacen sentido. Como desde este sentimiento podemos construir modos de vida distintos, formas de compartir, empatizar y permitirnos construir humanidad”, asegura el director en diálogo con LA GACETA.
Dentro de la agenda del Tucumán Danza, esta tarde habrá además dos talleres también en Puerto Cultural Libertad: a las 15 de zamba, a cargo de Guillermo Burgos y Carolina Palacios; y a las 17, de movimiento andino, por Magdalena Zerpa. Mañana, en tanto, ocho grupos ofrecerán una función homenaje a la bailarina recientemente fallecida Gabriela Dos Santos, con una maratón de fragmentos coreográficos de diferentes obras.
Resignificación
En el planteo conceptual, de “Teoría...” Cejas señala que su propuesta “invita a integrar el estado como una existencia particular, articular mecánicas primarias en relación al movimiento de un humano: el tono, la articularidad, la organización de la estructura, la estimulación de los sentidos y el diálogo sensible entre seres que intentan alejarse del compacto método de relacionarnos en sociedad para así resignificar la diversidad de formas de vinculación”.
El montaje toma la música de Frédéric Francois Chopin como soporte y guía para la coreografía desde su consideración como un impulso que “digita cada cambio, lo cual ha sido un sostén muy claro para dar forma al proceso creativo desde premisa de agudizar la escucha como si cada movimiento diera vida en el aire a las melodías y sonidos; como si cada intérprete tocará con su cuerpo la música en el aire”. “Pensar en Chopin, su naturaleza y lo que conocemos de compositor nos permite preguntarnos sobre el romanticismo y la pureza como puntos de partida para conflictos primarios que al día de hoy queremos resignificar y transformar”, agrega.
La obra tuvo dos etapas, que se unen como una sola en evolución constante y a partir de la idea de que la interacción con el público es fundamentar para completar su sentido. “La propuesta nace en 2015 en la búsqueda crear espacios de producción, gestión y creación desde/para el movimiento y la danza. Se estrenó en el teatro El Cubo. En febrero de 2023, de la mano de Celina Perez Blanco (curadora en Argentina e Italia) decidimos volver a montar la pieza gracias al subsidio del programa Prodanza, que permite promover, difundir y proteger las actividades que nutren y alimentan el circuito independiente, se formó nuevamente la pieza con 14 bailarines seleccionados mediante una audición abierta (ver ‘El elenco’). En sí misma es un proceso de exploración junto al público, un proceso activo y resonante desde lo vivencial. La danza se aproxima y aleja de les espectadores abriéndonos a la posibilidad de abrazar el movimiento y ser hasta tocades por él. Intercambiando saberes fuimos armando un archivo de imágenes y relatos (historias, narrativas, poemas, cuentos) que expanden el análisis constituyendo puntos de partida válidos para sensibilizarnos y confluir en un estado de presencia emocional y corporal. Existen abordajes bidireccionales, no importa desde dónde empezar, sino tener la oportunidad de estar ahí, de llegar. Nos resulta importante naturalizar la diversidad de formas de percibir el arte, el derecho a elegir entre muchas expresiones diversas”, señala.
Proceso
El trabajo creativo tomó elementos del imaginario, la investigación (incluyendo entrevistas de los atrtistas a personas cercanas en torno al amor) y la improvisación para reactivar a los bailarines en la investigación de la manera en que se desarrollan las relaciones. “El entrenamiento permitió ampliar el mapa de posibilidades sintonizando con la propiocepción y el instinto atravesados por el hacer para comenzar a participar. El proyecto invita a una individualidad común y una singularidad identitaria para fomentar la multiplicación de discursos y propuestas y fortalecer la experiencia escénica del intérprete de danza en el hoy. Tenemos muchas preguntas, a cada momento y en cada función, y pocas respuestas. Con cada nuevo espectador descubrimos más sobre los modos y construcciones que devienen del amor y de las vinculaciones”, apunta.
Cejas resalta la importancia de ser parte en el festival, al que califica como “uno de los pocos espacios de encuentro desde la perspectiva de la danza y diversidad que se mantienen, y ‘Teoría...’ propone pensar-nos colectivamente desde la posibilidad de volvernos permeables al otre y con el otre como espacio para conocerme, construir y deconstruir formatos preestablecidos”.
“Es clave pensar en qué contexto político y socioeconómico venimos a Tucumán. Participar es posible gracias a un gran esfuerzo de gestión y producción con viento en contra, por el desfinanciamiento que sufre la cultura y las artes con las actuales políticas de Estado. Igualmente apostamos a seguir construyendo y compartiendo puentes de diálogo y sentido entre nosotros”, concluye.
El elenco; los participantes de la propuesta
Los intérpretes de “Teoría de mi cuerpo enamorado” con Sofía Balbuena, Sol Bonilla Fernández, Constanza Cenzano, Melody De Luca Garay, David Gutiérrez Escobar, Ariana Orona, Daniel Aldana, Gabriel Nano Retamozo, Camila Labaig, Dolores Martínez, Elizabeth Villalba, Matías Villalba y María Agostina Zagari. En confección de vestuario estuvo Sol Rosli y en iluminación, Paula García, con producción de Silvina Chivy Brites y curaduría de Celina Pérez Blanco, quien afirmó que “cuando amamos, habitamos un cuerpo enamorado, transformado por el suceso; atravesamos y permanecemos en un universo de estímulos inmenso, pleno, avasallante que es mucho más que la premisa dominante sobre el amor”. Idea, coreografía y dirección, de Luciano Cejas.